Mitos entorno a la Tecnología Drone
Como es habitual, cuando navego por la red y veo una noticia o artículo relacionado con tecnología drone me paro a leerlo. Hoy he visto un artículo de cookingideas, blog de Vodafone, retweeteado por CISE en el que se comentan algunas de las bondades de esta tecnología y lo beneficiosos que pueden ser para la comunidad científica en general. Mi asombro ha llegado cuando en el penúltimo párrafo he leído esta frase que cito literalmente:
‘’en España analizar unas 300.000 hectáreas con drones de sensor espectral o térmico puede costar ‘solo’ unos 8.000 euros. Por ese módico precio (tratándose del campo científico), se puede fotografiar y mapear, calle por calle, edificio por edificio, el trazado de una ciudad romana entera.’’
Es verdad que los drones están en un continuo avance desde muy pocos años atrás, pero todavía son muchos los mitos que escuchamos provenientes de sectores ajenos a nuestra profesión.
Ventajas e inconvenientes
Y es que esta tecnología, como todas, tiene sus ventajas y sus inconvenientes, uno de los principales obstáculos que encontramos en IDS a la hora de realizar trabajos es la poca duración de las baterías que se usan actualmente, que nos obliga a gastar varios juegos de baterías con sus correspondientes despegues y aterrizajes para cubrir una extensión de 50 hectáreas aproximadamente (que aunque comparado con las 300.000 hectáreas parece poco, es suficiente para ahorrar tiempo y costes de personal a las empresas), disponemos de un multirrotor (FV8 de Atyges específico para topografía) que por sus características de consumo puede cubrir menos hectáreas que un ala fija (avión pequeño).
Aun así los ala fija comerciales y asequibles, no hablo del HYBRIX de la empresa Quaternium por ejemplo que tiene una autonomía de 4 horas, del cúal desconozco el precio, pero estoy seguro que tiene que ser superior a los modelos más comerciales que van de los 3.000 a los 10.000 euros, pueden cubrir hasta 200 hectáreas aproximadamente con un juego de baterías.
¿Cuántos vuelos necesito para cubrir 300.000 hectáreas?
Dividiendo las 300.000 hectáreas que se mencionan en el artículo por las 200 hectáreas de cada vuelo resultaría la nada desdeñable cifra de 1500 vuelos necesarios para cubrir esta extensión (obviamente el vuelo del dron no se cobra a 5 euros ya que no lo amortizarías nunca) siempre y cuando teniendo en cuenta que para cubrir las 200 hectáreas por vuelo el dron debe alejarse de la estación de tierra más de 500 metros (si no tienes estación móvil, que suele ser lo habitual, y en caso de tenerla habría que sumar costes de amortización de esta) que es lo permitido por la ley, luego estos vuelos estarían sujetos a la emisión de NOTAMs (avisos a los usuarios del espacio aéreo que deben ser tramitados por la agencia espacial de seguridad aérea), que obviamente debería incluirse en los presupuestos.
Por no hablar de los estudios aeronáuticos previos de la inmensa zona a cubrir, más costes, del consumo para las cargas de las baterías, más costes, o de la desorbitada cantidad de fotografías a tratar para ‘’mapear, calle por calle, edificio por edificio, el trazado de una ciudad romana entera.’’ Muchos más costes.
Realidad del coste
En definitiva, desde mi modesto punto de vista, desde la experiencia y habiendo explicado todo lo anterior me parece una barbaridad afirmar que se pueden cubrir 300.000 hectáreas por 8.000 euros, eso sí, hay que decir que los precios pueden variar mucho y dependen del resultado final que has de entregar al cliente, pero hasta ahora lo más barato que hemos escuchado fue en una conferencia de la empresa «llamemosla X» en la expodrónica de Zaragoza donde estipulaban el precio de un euro la hectárea en agricultura de precisión, basándonos en esto el precio ascendería de 8.000 a 300.000 euros.
He de añadir que estos precios no se pueden comparar con los de los trabajos topográficos que conllevan realizar el tratado de las imágenes de manera menos automatizada. Por ejemplo, realizando la restitución fotogramétrica o eliminando la vegetación para tener las medidas reales del terreno ya que los programas automáticos famosos para fotogrametría, que prefiero no nombrar, introducen errores en cota que no son admisibles para entregar trabajos de calidad.